Juancho Asenjo nos visitó el pasado 24 de Abril para celebrar una cata centrada en los vinos italianos del Piamonte, región con la que tiene una relación muy especial. El derroche de conocimientos fue interminable, si pudiéramos almacenar toda la información que contiene su cerebro y su alma no habría suficientes discos duros en el mundo para hacerlo. Filólogo de formación, el vino llegó a su vida a través de la búsqueda del conocimiento, su afición por la lectura,  por los viajes y el descubrimiento de la intima relación que el vino crea entre el hombre y la tierra. Esa unión entre lo humano y lo terrenal es lo que llevó a Juancho a profundizar en los vinos franceses e italianos como máximos exponentes de esta profunda relación que mucho tiene que ver con la historia, la filosofía y en definitiva con las emociones.

Asesor de bodegas, autor de varios libros, escritor en diferentes publicaciones, la más conocida y reciente Mundo Vino, pero también multitud de revistas vinícolas en España e Italia, también dedica su tiempo a la comercialización de vinos. Sin embargo, es la docencia lo que más satisfacciones le brinda y a lo que se dedica con mayor pasión. Y muchas de esas formaciones están centradas en el vino italiano. País vinícola de gran complejidad, es uno de los que supone un mayor reto de comprender y explicar. Pero no fue este reto el que engancho a Juancho Asenjo, sino el trato con los viticultores y elaboradores de las diferentes regiones. Nos confiesa con admiración que todos ellos han compartido siempre sus conocimientos y experiencias con gran generosidad y eso es lo que le ha llevado a aprender y profundizar tanto en los vinos italianos. Y decimos los, en plural, porque Italia ofrece una gran diversidad de variedades y elaboraciones que guardan una íntima relación con la gastronomía, y cuya destacada acidez y capacidad de evolución es seguramente fruto de un pasado de comerciantes y mercaderes. Desde entonces la viticultura y enología en Italia, como en España, ha evolucionado mucho especialmente desde los años 80, eso sí con más de 36.000 bodegas, la singularidad y personalidad de sus vinos destaca sin lugar a dudas y la figura del viticultor que elabora su propio vino está mucho más presente.

Durante la cata Juancho nos ha llevado de la mano por un apasionante recorrido que empieza en Barbaresco y continua en Barolo. Un paseo sorprendente descubriendo la variedad por excelencia de la zona, la Nebbiolo. Viajamos a través de diferentes suelos y nos dejamos llevar por una intensidad y profundidad tánica creciente y sorprendente. Productores que persiguen objetivos diferentes, añadas cálidas, añadas frías, pagos a diferente altitud y crianzas diversas…pero todo ello nos lleva a una única conclusión, el potencial vinícola de la zona es enorme y el paso del tiempo a sus vinos les sienta muy pero que muy bien.

Tenemos la suerte de que Juancho sea una de esas personas que cree que cuando se conoce y se descubre algo, siempre se tiene la obligación de compartirlo con los demás. Cómo él mismo dice, cada botella tiene que ser vivida más que bebida. Saber de dónde viene, quién la ha elaborado, qué relación tiene con la historia de ese lugar, con su tiempo y cómo ha surgido, es lo que realmente importa y es lo que él nos ha mostrado. Seguramente por esa razón no conserva ni una sola botella, todo está guardado en su cabeza y grabado en su corazón.

Irene Guede Arboniés
La Chica de la Garnacha